martes, 2 de noviembre de 2010

Sobre el vacío y otras pequeñeces

Mientras mis compañeros están en la muestra y hasta en Viña me pregunto si realmente tomé la decisión correcta o estoy terminando una carrera que no me va a llevar a ningún lado.

No es envidia, es introspección.

Siento muchísimo orgullo porque el talento de personas tan especiales sea reconocido. Espero que el futuro del cine de Costa Rica esté tan lleno de éxitos como la vida de estos chicos.

Es solo que la duda pesa y el vacío crece... Pero en fin, habrá que abrazar el vacío y sacudir la duda a punta de trabajo. Este es mi sueño. Cueste lo que cueste.


Creí que sabía lo que quería, que el camino iba a ser fácil y así lo fue en un principio. Fui descubriendo que hay más arte que ambición y que los números se vuelven una excusa para llegar a ese pequeño moviento interno.


Aprendí que la competencia es fiera y que no te perdonan ni una.

Que los amigos son realmente pocos, pero que eso no evita que queden algunos con buenas intenciones.


Está tan cerca la meta y tan largo lo que quería que fuera todo en este momento.


Tal vez es suficiente ya con los planes y las ilusiones y me equivoqué.


Aún así nada me arrebata este sueño.


Que se acabe el mundo mañana. Pasado y todos los días.


A veces prefería morir en el intento que vivir con la duda de que si amanece la luz pruebe que estoy en lo correcto y a veces estoy equivocada.


Mi lugar no es de 8 a 5, ni de lunes a viernes, ni de 6 días por semana...
No existen las vacaciones, es el precio justo de vivir de la pasión y de sobrevivir de lo que sea; es de jornadas largas y cansadas, de levantar más de lo que me pesa el alma y de agachar la cabeza y escuchar a la experiencia de otros.


Sé a dónde queda, sé como se ve, sé como sabe.


Lo que no entiendo es por qué sigo dando vueltas, sin poder encontrarlo.